lunes, 2 de agosto de 2010

El ser humano y la navaja de Occam (y II)

El principio de la Navaja de Occam, también conocido como Ockham u Ockam, es el principio de la economía dice que "cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, debe preferirse la teoría más simple a la más compleja". Lo podéis consultar en la Wikipedia.
Hay que hacer aquí una advertencia: este principio no dice que la explicación más sencilla es la verdadera, dice que es la que tiene más posibilidades de ser la auténtica.
¿Cómo se aplica esto en el caso de definir qué es un ser humano o a partir de cuándo podemos considerar que lo es? Pues en que es mucho más complejo precisar cuándo se es humano tomando como punto de partida un momento concreto de su desarrollo. En este punto, ni los que están a favor del aborto están de acuerdo, y es algo que ya apuntamos (aunque sin estudiar a fondo) en el artículo anterior.
Lo más fácil es admitir que ya se es humano desde el mismo momento de la concepción: la información genética de los padres se combina y aparece una huella genética que quedará impresa de por vida en todas y cada una de nuestras células. Los padres proporcionan una única célula: los gametos femenino y masculino. Combinados, surge una única célula con un ADN completo, distinto del padre y distinto, también, de la madre. A partir de ahí comienza a desarrollarse un organismo pluricelular que no dejará de evolucionar y renovarse hasta el mismísimo día en el que muere. ¿Por qué no elegir ese momento inicial en el que surge un individuo distinto de los padres como el momento más probable en el que aparece el ser humano y, por tanto, dotado de su dignidad humana?
Aplicando la navaja de Occam, para mí no hay duda: el ser humano es tal desde la primerísima célula. Porque si no, ¿entonces qué es mientras debatimos si es una persona o no?
En el desarrollo fetal, la madre sólo proporciona nutrientes al hijo que espera, los que ella adquiere a través de su propia alimentación. Pero aparte del óvulo y el espermatozoide, no le donará ni una sola célula que contenga su código genético. Ni una gota de sangre. De hecho, puede tener hasta grupos sanguíneos incompatibles y, por supuesto, una raza distinta.
Hay estudios científicos que explican esto con mayor precisión. Los estudiaremos más adelante.

1 comentario:

  1. Hola... leí con suma curiosidad este artículo pues el título me llamaba la atención. Sin embargo, estás utilizando la noción "pop" de la navaja de Ockham. En su concepción original la navaja consiste en "no multiplicar los entes sin necesidad" (http://plato.stanford.edu/entries/ockham/#4.1). Esta noción difiere sustancialmente de la comprensión que se le ha dado, como la teoría más simple, inclusive esa acepción popular me parece una falacia.

    Sin embargo, sí es cierto que a los abortistas les falta la navaja de Ockham en su sentido original. Hacer una distinción entre el cigoto hasta el bebé implica una violación al principio metafísico-lógico de Ockham: ¿por qué distinguen sin tener necesidad de hacerlo? En otras palabras, si estamos contando "patos" de nada sirve distinguir entre los "patos chiquitos, grandes, con manchas" ¿cuál sería la necesidad en términos epistemológicos?.

    Esta navaja es bastante peligrosa, el mismo Ockham por no saber utilizarla desangró 1500 años de tradición epistemológica. http://elalispruz.blogspot.com/2009/09/breves-apuntes-sobre-el-pensamiento-de.html

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